América es el territorio de lo real maravilloso. Cuna de altas culturas cuya herencia sobrevive tercamente en sus pueblos, sometidos brutalmente durante la conquista y evangelización del nuevo mundo por soldados y misioneros sedientos de riquezas, y que los nuevos encomenderos de hoy pretenden perpetuar.
Para los europeos, América fue un puente hacia el futuro que les permitió organizar el mundo a su imagen y semejanza. La modernidad y la idea del progreso ilimitado nacieron como consecuencia de la conquista, derrota y dominación de los pueblos de nuestro continente.
Quinientos años después, nuestros pueblos persisten en encontrar sus propios caminos en los laberintos de la modernidad. Se nos acusa de pasadistas, de ser portadores de utopías arcaicas. Creemos que por el contrario, afirmando nuestra identidad y nuestra cultura, podremos acceder a otra modernidad nuestra, con una visión propia y no como peregrinos en tierra extraña, mendigos en un mundo ancho y ajeno.
La estrategia del caracol es el nombre de unas película del director colombiano Sergio Cabrera, en la que se relata una historia inverosimil visto desde la lógica racional occidental, en la que un conjunto de habitantes de un viejo inmueble tugurizado en el centro de Bogotá, deciden hacer uso de su imaginación para enfrentar el poder manteniendo intacta su dignidad de seres humanos. Es una hermosa metáfora que alude a la potencialidad de los hombres reunidos, que a pesar de su diversidad son capaces de fijarse metas comunes para sobrevivir a la prepotencia y ambición.
La estrategia del caracol se refiere también a la inteligencia que la naturaleza ha dotado a los seres vivos quienes, como en el caso del caracol construye su caparazón agregando espirales cada vez mayores, duplicando su radio en cada vuelta, la tercera espiral sería ocho veces el inicio, a la cuarta sería 16 veces, pero esta espiral ya no la hace sino que cambia bruscamente y practica una espiral decreciente, porque de hacerlo no podría con la carga.
En un momento en que todos hablan de crecimiento, es necesario reflexionar sobre lo que eso significa en términos de costo ambiental y deterioro de las condiciones de existencia de todos los seres vivos. La alegoría del caracol se vuelve obvia, al mostrarnos como la misma naturaleza elige DECRECER. Nuevamente tenemos que volver la mirada al estilo de vida que desarrollaron las culturas andinas, que lograron un equilibrio en su relación con la naturaleza.
Desplegar la imaginación, conocer nuestra historia, persistir en lo nuestro.
lunes, 6 de agosto de 2007
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